Un día, antes del último espectáculo con la caja de las desapariciones, Manuel decidió probar por última vez la caja.
Manuel se metió en ella, sonó la música hindú y se vio delante de un castillo con cuadros blancos y negros y… ¡él era una figura de ajedrez! Exactamente un peón. Entró al castillo. Al ver sus residentes se quedó muy sorprendido… ¡estaba en un castillo de ajedrez! Había de todo: peones, caballos, torres… Se acercó a una torre y le preguntó:
- ¿Dónde está el rey? Quiero preguntarle una cosa.
- Está en sus aposentos.
- ¿Podría verle?
- No, está durmiendo.
- ¿Me podría avisar cuando se despierte?
- Claro, dígame su número.
- No sé cual soy.
- Mírese en el brazo.
- Eh… El número dos mil setenta y cinco de la familia de los peones.
- ¡El salvador! Le llevaré enseguida ante el rey.
- ¿Y por qué soy el salvador?
- Porque es el número de la victoria. Vámonos rápido.
Le llevó ante Jaque Mate. Al verle exclamó:
- ¡El número de la victoria! ¡Eres nuestro rey!
Al verle pensó:
- ¡Estoy en el sueño de Pedro!
El rey Jaque Mate le coronó como Diagonal Come Come, el rey de todos los reyes del país de los juegos de mesa.
En ese momento sonó una música hindú. Manuel salió de la caja y vio a su amigo Pedro, despertándose. Y al final no preguntó al rey lo que quería preguntarle.
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